Cada día tengo más claro que las Empresas crean y destruyen a sus trabajadores. Por suerte, esto no ocurre en todas, más vale, al menos por la pequeña parte que me toca.
Los gerentes, managers y otros cargos intermedios similares tienen por misión salvaguardar el buen funcionamiento de los servicios de sus departamentos, áreas o equipos de trabajo. Para esto deben tener en cuenta las soluciones a corto plazo, resolviendo la problemática del día a día junto con su equipo o equipos y ofrecer soluciones a medio y largo plazo para asegurar la salud de los procesos y servicios (y de las personas). El valor añadido es, además, que el gerente sea una persona creativa y proactiva – palabra que estuvo muy de moda no hace tanto, ¿aún lo está? – que ofrezca nuevas ideas enriquecidas y llenas de sabores.
Pero, ¿ realmente los gerentes se preocupan de realizar esta tarea? Tras algo más de una docena de años trabajando para y en ellos (directores y gerentes ), para y en ellas ( las, empresas, ahora hablaré de éstas), veo que no es así. Y, ¿ de quién es la culpa? Cómo siempre, de varios al mismo tiempo. No pretendo hacer un análisis de la organización empresarial, los procesos de operaciones y resolución de incidencias, para ello contamos con muchos MBAs y otros tantos directivos reconocidos que escriben libros. El mensaje, en esta ocasión, es más sencillo.
Las empresas están tan preocupadas por obtener muchos resultados, tantos resultados, que muchas veces se olvidan de la calidad de éstos. De ahí que, los Directivos exijan números y los gerentes respondan con informes llenos de ellos; de proyectos abordados, tareas finalizadas e incidencias resueltas – nadie sabe cómo -. De ahí que un directivo diga: desde mañana quiero que todas las impresoras impriman a color, y el gerente invierta (pierda) todo el día, junto con algunos de su equipo, en que una impresora, blanco y negro, de hace 12 años – porque no hay dinero para renovarla – sea capaz de imprimir… Y después de imprimir en color.
El gerente, tan implicado en su afán por ofrecer soluciones en el día a día y que su esfuerzo ( en el caso que aplique, el real) no se vea mermado por un punto negativo de cualquiera de los directivos de la empresa, principalmente del suyo, intenta satisfacer toda pseudo-necesidad, por absurda que sea, invirtiendo todo su tiempo en parches, chapuzas y otros antojos.
Pero la culpa es de varios, como decía. El gerente debe tener en cuenta su objetivo y defenderlo ante quien sea, directivo o miembro de su equipo. Su principal tarea no es otra que gerenciar (esto tan obvio no lo es tanto es muchas organizaciones que ponen tarjetas de visita en manos de sus «gerentes»). Un buen gerente es aquel que no tiene porque realizar todas las tareas él mismo, delegar se llama esto, pero tampoco olvida fácilmente como se llevan acabo las tareas – claro está que no puede acordarse o saber cómo se hace todo -. Esto último ayuda a dimensionar y mantener el control. Un gerente delega y mantiene el control.
¿Qué hacen muchas empresas? Pedir que sus impresoras de 12 años de edad impriman en colores con semitonos. Y esto hace que gerentes que tienen capacidad, la acaben perdiendo. Y gerentes que nunca tuvieron esa capacidad, no demostraron no tenerla ( casi peor que lo anterior).
Las empresas deben ser conscientes de que esos gerentes, deben tener tiempo para: apoyar y dirigir la resolución del día a día, delegar, sí, delegar bien lleva tiempo, al menos, al principio cuando se crea equipo. Deben tener tiempo para pensar en solventar y evolucionar en las líneas ya establecidas a medio plazo, para poner los mecanismos necesarios que aseguren los procesos, los servicios. Y deben tener tiempo para mirar por la ventana, para liberar la mente, para sorprender a sus directivos con propuestas e ideas que, como expertos que deben ser en su materia, propongan soluciones y eviten problemas que, de otra forma, se transformaran en la tarea del día a día.
Efectivamente, hay muchos de estos. Si te llevan por ese camino tambien hay que tratar de resistirse… O irse.
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